CIUDAD DE MÉXICO.— Sorpresas a granel, equipos considerados favoritos que ya están de regreso en casa, duelos de lanzadores y de batazos, juegos cerrados. De todo un poco hemos visto en las rondas iniciales del Clásico Mundial de Béisbol. Ahora, abocados ya a la segunda fase, el evento sube de tono y resultaría ilustrativo echarle un vistazo a lo que puede acontecer a partir de este sábado.
Comencemos por el Grupo 2, que jugará en la ciudad de Miami a partir de este sábado. En el militan tres selecciones consideradas favoritas antes del comienzo, junto a Holanda, a la cual casi nadie le concedía posibilidades.
Comencemos por el Grupo 2, que jugará en la ciudad de Miami a partir de este sábado. En el militan tres selecciones consideradas favoritas antes del comienzo, junto a Holanda, a la cual casi nadie le concedía posibilidades.
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USA Y LA VINOTINTO PUEDEN AVANZAR
Si comparamos el equipo norteamericano con el de hace tres años, es indiscutible que esta versión es más completa. Su ofensiva ha funcionado, al fabricar 18 anotaciones en sus dos primeras salidas, con promedio de 342, y 6 cuadrangulares, algunos de ellos en momentos clave. Pero su pitcheo abridor —Jack Peavy y Roy Oswalt, entre los mejores tiradores de Grandes Ligas— ha fracasado, lo que obligó al mentor Davey Johnson a utilizar seis relevistas frente a Canadá y otros tantos ante Venezuela. Su promedio de 5,50 no es nada halagüeño.
Los venezolanos son la otra cara de la moneda, con dos de sus tres abridores, Enrique González y Carlos Silva, lanzando cuatro entradas sin permitir carrera. A la ofensiva son terceros, 355, con tres hombres "encendidos": el camarero José López, 700; Endy Chávez, 556 y el jardinero Bobby Abreu, 417. Si dos de los bateadores que ocupan el centro de la alineación, Miguel Cabrera y Magglio Ordóñez, consiguen levantar sus promedios, la "vinotinto" puede salir de San Diego con el boleto hacia Los Ángeles.
Sería un craso error descartar a los otros dos contendientes, Puerto Rico y Holanda. Ambos están ahí por la tremenda labor de sus respectivos cuerpos de lanzadores, el de los boricuas promediando 0,50, una sola limpia en 18 innings, y el de los "tulipanes" 1,61, dejando a la fuerte toletería dominicana en tres anotaciones a lo largo de 20 capítulos.
El mayor problema de los holandeses es su pobre producción ofensiva, pues van últimos en promedio, con 204, y no han podido sacar una Rawlings fuera de los límites. Los puertorriqueños batean más, 328, aunque sin mucho poder, solo 3 cuadrangulares.
USA Y LA VINOTINTO PUEDEN AVANZAR
Si comparamos el equipo norteamericano con el de hace tres años, es indiscutible que esta versión es más completa. Su ofensiva ha funcionado, al fabricar 18 anotaciones en sus dos primeras salidas, con promedio de 342, y 6 cuadrangulares, algunos de ellos en momentos clave. Pero su pitcheo abridor —Jack Peavy y Roy Oswalt, entre los mejores tiradores de Grandes Ligas— ha fracasado, lo que obligó al mentor Davey Johnson a utilizar seis relevistas frente a Canadá y otros tantos ante Venezuela. Su promedio de 5,50 no es nada halagüeño.
Los venezolanos son la otra cara de la moneda, con dos de sus tres abridores, Enrique González y Carlos Silva, lanzando cuatro entradas sin permitir carrera. A la ofensiva son terceros, 355, con tres hombres "encendidos": el camarero José López, 700; Endy Chávez, 556 y el jardinero Bobby Abreu, 417. Si dos de los bateadores que ocupan el centro de la alineación, Miguel Cabrera y Magglio Ordóñez, consiguen levantar sus promedios, la "vinotinto" puede salir de San Diego con el boleto hacia Los Ángeles.
Sería un craso error descartar a los otros dos contendientes, Puerto Rico y Holanda. Ambos están ahí por la tremenda labor de sus respectivos cuerpos de lanzadores, el de los boricuas promediando 0,50, una sola limpia en 18 innings, y el de los "tulipanes" 1,61, dejando a la fuerte toletería dominicana en tres anotaciones a lo largo de 20 capítulos.
El mayor problema de los holandeses es su pobre producción ofensiva, pues van últimos en promedio, con 204, y no han podido sacar una Rawlings fuera de los límites. Los puertorriqueños batean más, 328, aunque sin mucho poder, solo 3 cuadrangulares.
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JAPÓN Y SUDCOREA, DOS OBSTÁCULOS
Si, como se dice, el pitcheo en el béisbol es el 75% de la victoria, entonces los dos representantes asiáticos en estos cuartos de finales, Sudcorea y Japón, constituyen grandes obstáculos para la selección cubana.
Los sudcoreanos tiraron tres blanqueadas, pero su desliz ante los nipones en el primer choque entre ambos les elevó el PCL a 3,66, que no refleja la excelencia de sus serpentineros. Japón, es cierto, trabajó mejor, 1,08, sin embargo, a la hora de la verdad no descifró a sus adversarios.
Ninguno de los dos bateó mucho (259 los campeones olímpicos, 258 los titulares del primer Clásico), en el caso de los segundos por la inefectividad de algunos de sus regulares, como Inaba (125) y Ogasawara (091), algo que debe de tener preocupado al mentor Hara.
El otro clasificado de esta llave, México, es quizás uno de los conjuntos más lentos de todo el torneo, con jugadores muy pasados de peso. Tienen un buen uno-dos a la ofensiva, con el zurdo Adrián González y el derecho Jorge Cantú, dos hombres de mucho poder. Pero tendrán que conectar mucho para darle ventaja a un pitcheo inefectivo, que le toleró 3 carreras al modesto Sudáfrica y naufragó ante los australianos.
Frente a estos tres rivales se yergue nuestro equipo, ansioso del desquite por los reveses en el Primer Clásico y en los Juegos Olímpicos de Beijing ante los mejores representantes del continente asiático, el que más ha avanzado en el béisbol.
Cuba es fuerza, con ocho cuadrangulares en dos salidas, una cantidad igual a todos los disparados hace tres años en ocho partidos. Es pitcheo, con abridores como Chapman —topó las 100 millas en tres ocasiones vs. Australia—, Vera y los que faltan por escalar el montículo. Es también pitcheo relevo, con una revelación como Ismel Jiménez, 3 y 2 tercios lanzados sin permitir jits ni regalar boletos y cuatro ponches a su cuenta.
Los números colocan a nuestra selección como segunda en cuadrangulares (8) y el líder en slugging (785), quinta en promedio en sus dos primeros desafíos, 338, y sus monticulistas han propinado 22 ponches con solo 5 transferencias regaladas. Todos estos datos sin incluir el último desafío ante México.
Más allá de los números —siempre útiles— está la entrega en el terreno, el saber remontar un marcador adverso, el poder de improvisación para salir de una situación difícil, con un fildeo espectacular o un batazo a la hora buena, como el de Peraza frente a los australianos. Ahí radica la fuerza principal del elenco y el respeto que se ha ganado en todo el mundo.
JAPÓN Y SUDCOREA, DOS OBSTÁCULOS
Si, como se dice, el pitcheo en el béisbol es el 75% de la victoria, entonces los dos representantes asiáticos en estos cuartos de finales, Sudcorea y Japón, constituyen grandes obstáculos para la selección cubana.
Los sudcoreanos tiraron tres blanqueadas, pero su desliz ante los nipones en el primer choque entre ambos les elevó el PCL a 3,66, que no refleja la excelencia de sus serpentineros. Japón, es cierto, trabajó mejor, 1,08, sin embargo, a la hora de la verdad no descifró a sus adversarios.
Ninguno de los dos bateó mucho (259 los campeones olímpicos, 258 los titulares del primer Clásico), en el caso de los segundos por la inefectividad de algunos de sus regulares, como Inaba (125) y Ogasawara (091), algo que debe de tener preocupado al mentor Hara.
El otro clasificado de esta llave, México, es quizás uno de los conjuntos más lentos de todo el torneo, con jugadores muy pasados de peso. Tienen un buen uno-dos a la ofensiva, con el zurdo Adrián González y el derecho Jorge Cantú, dos hombres de mucho poder. Pero tendrán que conectar mucho para darle ventaja a un pitcheo inefectivo, que le toleró 3 carreras al modesto Sudáfrica y naufragó ante los australianos.
Frente a estos tres rivales se yergue nuestro equipo, ansioso del desquite por los reveses en el Primer Clásico y en los Juegos Olímpicos de Beijing ante los mejores representantes del continente asiático, el que más ha avanzado en el béisbol.
Cuba es fuerza, con ocho cuadrangulares en dos salidas, una cantidad igual a todos los disparados hace tres años en ocho partidos. Es pitcheo, con abridores como Chapman —topó las 100 millas en tres ocasiones vs. Australia—, Vera y los que faltan por escalar el montículo. Es también pitcheo relevo, con una revelación como Ismel Jiménez, 3 y 2 tercios lanzados sin permitir jits ni regalar boletos y cuatro ponches a su cuenta.
Los números colocan a nuestra selección como segunda en cuadrangulares (8) y el líder en slugging (785), quinta en promedio en sus dos primeros desafíos, 338, y sus monticulistas han propinado 22 ponches con solo 5 transferencias regaladas. Todos estos datos sin incluir el último desafío ante México.
Más allá de los números —siempre útiles— está la entrega en el terreno, el saber remontar un marcador adverso, el poder de improvisación para salir de una situación difícil, con un fildeo espectacular o un batazo a la hora buena, como el de Peraza frente a los australianos. Ahí radica la fuerza principal del elenco y el respeto que se ha ganado en todo el mundo.
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SIGFREDO BARROS, fotos:
RICARDO LÓPEZ HEVIA, enviados especiales
Diario GRANMA CUBA